Historia de la rinoplastia
En la India y Egipto ya se realizaban importantes operaciones de nariz con carácter reparador 2500 años A.C., debido a la malsana costumbre de amputar este órgano a enemigos y malhechores. Sin embargo, no es hasta finales del siglo diecinueve cuando comienza a practicarse la rinoplastia con sentido eminentemente estético.
En un principio se realizaban reducciones de grandes narices con giba a través de incisiones en la piel del dorso de la nariz. Por esta vía retiraban los excesos de hueso y cartílagos nasales, dejando, al final, una cicatriz longitudinal. Es evidente que el grado del defecto y sus repercusiones tenían que ser lo suficientemente importantes como para compensar tamaña marca.
Joseph, cirujano alemán, describe en 1904 una intervención capaz de modificar las estructuras defectuosas de la nariz a través de una incisión localizada en la mucosa nasal con el resultado final de una cicatriz interna y, por lo tanto, inaparente.
Actualmente, las bases de la técnica quirúrgica son prácticamente las mismas que las descritas por Joseph y continuamos utilizando muchos de los instrumentos quirúrgicos que él mismo ideó. Lo que sí ha cambiado es la forma de entender la rinoplastia.
Tradicionalmente, la rinoplastia se fundamenta en el tratamiento y reducción de las estructuras rígidas, hueso y cartílago, cuya modificación ocasiona la readaptación de la cobertura cutánea a las nuevas dimensiones. Más tarde se incorpora el concepto de aumento nasal (Sheen), quizás como resultado de las experiencias obtenidas en el tratamiento de las narices operadas anteriormente con resultados deficientes.
Otro signo de evolución en la rinoplastia es el cambio del concepto estético predominante en las décadas anteriores: la metodización rígida de la operación, cuya finalidad era la obtención de un resultado uniforme -narices respingonas de características infantiles– que en la gran mayoría de los casos se acompañaban de excesiva rotación de la punta y visualización frontal de los orificios nasales.
La actitud actual ante la rinoplastia se basa en el diagnóstico preciso de las alteraciones de la nariz dentro del contexto facial, es decir, su estudio no se realiza aisladamente, sino en el conjunto de la cara, y su tratamiento ha de estar encaminado a equilibrar las diferentes partes de la misma. No podemos tratar aisladamente la nariz sin tener en cuenta la forma del rostro, las dimensiones y posición del labio superior, de los dientes, maxila, mentón, de la frente, de los ojos, de los pómulos, etcétera.
Cada nariz exige un tipo de tratamiento exclusivo y en conjunto (perfiloplastia), no sistemático, cuyo resultado nos proporcionara un aspecto más natural.
Pero todo lo anterior no deja de representar una concepción estática de la nariz. La musculatura nasal está siendo estudiada en la actualidad por sus importantes implicaciones en la morfología nasal. Aunque discutido, no cabe duda que el primero que hizo hincapié en la importancia del sistema muscular fue Pitanguy, con la descripción del ligamento que recibe su nombre y que Rees reconoce. Las dimensiones del mismo varían, si bien son más frecuentes en las razas de color. Como su descubridor describe, esta estructura contribuye al achatamiento de la punta y su liberación provoca una ligera rotación y aumento de su proyección.
Finalmente, el concepto de rinoplastia estructural combinada o no con la rinoplastia abierta ha ampliado las perspectivas de la rinoplastia, haciendo de esta intervención una operación más segura y previsible.