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DIAGNÓSTICO NASAL

La nariz, centro de gravedad de la cara, sobre ella giran, satélites, órbitas atómicas, los ojos y la boca, los pómulos y el mentón, la frente, las orejas y la mandíbula. Es el punto más próximo para quien te habla, el punto de primer contacto, y de su importancia depende la visión de los otros puntos. Llena de simbolismos, la nariz, hablando poco, dice mucho.

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El diagnóstico preciso de las alteraciones nasales es el paso más importante de una rinoplastia, y el más complejo, y consiste en el análisis minucioso de la nariz y del rostro.

Cuando analizamos una nariz debemos verla como parte integrante del conjunto facial, donde cualquier cambio producido en una de las partes repercute en todas las demás. El objetivo de una rinoplastia será alcanzar el equilibrio de las proporciones y de los ángulos no sólo de la nariz sino, también, de las demás estructuras faciales: labios, frente, pómulos y mentón.

La nariz es una estructura compleja constituida por un armazón sólido de sostén y una cobertura, cuya mayor o menor elasticidad es proporcional a su grosor y a la edad. Cualquier cambio en dichas estructuras de sostén repercutirá en la morfología nasal de manera variable, según el grosor de la piel y del tejido celular subcutáneo, así como de su grado de retracción, es decir, de la intensidad de la reacción cicatricial.

La concepción tridimensional y el análisis de cada una de las estructuras: soporte, relleno y cobertura, aisladamente y en su conjunto, ayudarán a una más fidedigna evaluación pre-operatoria.

Siempre debemos valorar la función respiratoria nasal y las posibles alteraciones anatómicas que la dificulten. Es más, no debemos aceptar la respuesta de los pacientes cuando les preguntamos qué tal respiran, sino que debemos recurrir a pruebas objetivas sobre el estado de las fosas nasales, desviaciones del tabique, hipertrofia de los cornetes y presencia de pólipos o vegetaciones, mediante la inspección directa con un rinoscopio, video-endoscopia nasal, radiografías, tomografía axial computarizada (TAC) o resonancia magnética (RM). azul