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Rinoplastia estética

La rinoplastia estética es uno de los mayores retos para el cirujano plástico ya que en ella entran en juego tanto la técnica quirúrgica como la sensibilidad artística: la visión, el tacto, el sentido del equilibrio, etcétera. La rinoplastia es, por tanto, una combinación de los conocimientos y los sentidos, de la ciencia y el arte, de la técnica y la sensibilidad.

Hoy en día, y lejos de prototipos pasados, la rinoplastia tiene como meta conseguir la nariz que le corresponde a los rasgos que presenta cada paciente y, además, que la nariz tenga un aspecto natural, que no se evidencie como una nariz operada. Descartamos pues, el tratamiento rutinario de la nariz estética y optamos por la rinoplastia individual, mínimamente agresiva, y donde cada uno de los procedimientos ha de tener una finalidad. La naturalidad del resultado ha de ser tal que no sea posible reconocer el paso por el quirófano. Sabemos, por oficio, que lo normal no llama la atención del observador, mientras que lo anormal es un estímulo irresistible para que la vista se dirija hacia ello.

Cuando la principal característica de una nariz es el equilibrio, nos resulta agradable y la consideramos bella. Cuando, por el contrario, presenta alguna irregularidad o deformidad, nos produce sensación de desagrado, sorpresa, escándalo, repulsión, etcétera y la consideramos fea. Por suerte, lo más frecuente son desequilibrios, en mayor o menor grado, cuya solución proporcionará el resultado deseado. Para conseguir este efecto natural de una nariz no basta con realizar una operación correcta técnicamente sino que, además, es preciso identificar las variantes anatómicas que pueden causar alteraciones en el resultado y tratarlas en la misma cirugía.

Finalmente, un diagnóstico minucioso es la clave para una programación adecuada de la cirugía. Cuando se comienza una rinoplastia hemos de tener en mente y con claridad, la imagen de lo que queremos conseguir. Todo nuestro proceder ha de estar programado de manera que no dejemos a la improvisación más que aquello que sea imposible predecir. Además, un planteamiento ecléctico de la terapéutica nos indicará la técnica más apropiada a cada caso teniendo en cuenta que, principalmente, lo más importante es lo familiarizado que esté el cirujano con la técnica elegida. Como bien es sabido, en la mayoría de las técnicas quirúrgicas el resultado depende más de la comprensión, experiencia y destreza del cirujano que de la técnica misma.

rinoplastiaestetica_fig3aFig. Rinocifosis moderada y punta difícil, especialmente por presentar un triángulo blando sin sostén cartilaginoso y convexidad muy marcada de los cartílagos alares. Rinoplastia cerrada con técnica tradicional. Incisión transcartilaginosa transfixante extendida, septoplastia ósteo-cartilaginosa, resección submucosa de borde anterior de cartílagos triangulares y septo anterior. Punta: resección cefálica de alares, dermolipectomía, resección de ligamento de Pitanguy, resección mínima de la espina nasal anterior. Osteotomía lateral externa.

La nariz es una estructura compleja constituida por un armazón sólido de sostén y una cobertura elástica que se adapta y refleja la arquitectura subyacente. Por lo tanto, cualquier cambio en las estructuras de sostén repercutirá en la morfología nasal de manera variable, según el grosor de la piel (principalmente de la dermis), del tejido celular subcutáneo y muscular, así como del grado de contracción cutánea y de la intensidad del proceso cicatricial, especialmente de la fibrosis y de la retracción cicatricial que promueva.

Tradicionalmente se ha visto la rinoplastia como la cirugía para el tratamiento de las narices muy grandes (rinomegalia) que normalmente presentan una elevación del dorso en forma de giba (rinocifosis). Esta operación consistiría en despegar la piel, a través de una incisión realizada en la mucosa nasal, retirar el exceso de hueso y cartílago del dorso y remodelar los cartílagos de la punta de la nariz. Cuando la resección de la cúpula ha ocasionado la separación de los huesos se procede a la fractura de los mismos, con la finalidad de poderlos aproximar. Normalmente, la mayor dificultad se encuentra en la punta y en conseguir armonizar ésta con el dorso. Pero no siempre la nariz presenta las características mencionadas, cuyo tratamiento será de reducción, sino que, con frecuencia, encontramos narices de tamaño adecuado, o incluso pequeñas, que para su corrección necesitan técnicas de aumento o modelado de sus estructuras. En estos casos los procedimientos quirúrgicos más frecuentes son los injertos y las suturas.

Finalmente, es fundamental tener presente en todo momento el aspecto funcional de la rinoplastia, evitando cualquier procedimiento que ponga en riesgo el buen funcionamiento y permeabilidad de las fosas nasales y corrigiendo las alteraciones anatómicas que dificulten la respiración nasal. Si existe desvío de la nariz, o en algunos casos de dificultad respiratoria, suele ser necesario el tratamiento del septo. La misma dificultad respiratoria puede ser debida a alteraciones de los cornetes, lo que también requerirá tratamiento. Dentro de este apartado, creemos fundamental que el cirujano plástico asuma el tratamiento de la parte funcional inseparable de los defectos estéticos. azul